Esta tarde nos confirmaron que papá seguirá preso por las dudas. Tal vez exista riesgo de fuga, dicen.
Todas las pruebas y la misma verdad muestran que nunca pensó en fugarse. Reveamos el caso y lo que pasó por su mente:
Si una autoridad te dice que, una vez absuelto, volvés a ser un ciudadano común y corriente y que, aunque la sentencia esté apelada, no volverás a la cárcel mientras no haya sentencia firme -y que una sentencia queda firma recién en una tercera instancia, no en la segunda, que es donde está la causa.
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Durante casi cuatro años de tu vida estuviste privado de tu libertad. Esto significa: que no querés ni cruzar una avenida solo, porque desconocés los cambios que hubo en tu barrio durante ese tiempo, o lo que explique algún psicólogo. Ni hablar de volver a manejar.
Además de querer recuperar el tiempo perdido, querés valorar la nueva libertad que tenés. Tomarte un café en la esquina, leer el diario al sol, responder miles de emails acumulados, visitar a tus padres, salir a comer a un restaurant, tomarte un vinito, animarte a los adelantos tecnológicos, conocer la casa de tus hijos -que ya no viven en casa como cuando te fuiste-, que te despierte el perro para salir a pasear y dormir en tu colchón... entre otros lujos que los presos no tienen.
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Siempre te gustó viajar, siempre llevaste a tus hijos a recorrer el país y lo que el presupuesto permitiera. Tenés un hijo trabajando en un centro de esquí. Te gusta esquiar. Recordás que sos un ciudadano común y corriente, aunque con la espada de Damocles sobre tu cabeza. Buscás la mejor forma de llegar a esas vacaciones. ¿Qué tal visitar a unos amigos en el camino? Viajás sin compañía porque tu mujer se queda con el perro, que está viejito. Como harías normalmente, registrás tu entrada al país vecino como manda la ley, pagás tu hotel y el alquiler del equipo con tu tarjeta. Como medida precautoria, estás en permanente contacto con el abogado, en caso de tener que volver. Nada indica novedades -en la prensa no se puede confiar, así que lo que decían era consultado con el abogado, quien nunca recibió notificaciones y seguía a la espera de novedades para su cliente. ¿Porqué volver antes de tiempo?
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Ningún trabajo te espera... estás desocupado porque, por muy capaz que seas, la espada de Damocles también caería sobre el empleador.
Para todos los argentinos de bien, las puertas se van cerrando. Pronto no podremos salir del sistema, ni del país.
Todas las pruebas y la misma verdad muestran que nunca pensó en fugarse. Reveamos el caso y lo que pasó por su mente:
Si una autoridad te dice que, una vez absuelto, volvés a ser un ciudadano común y corriente y que, aunque la sentencia esté apelada, no volverás a la cárcel mientras no haya sentencia firme -y que una sentencia queda firma recién en una tercera instancia, no en la segunda, que es donde está la causa.
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Durante casi cuatro años de tu vida estuviste privado de tu libertad. Esto significa: que no querés ni cruzar una avenida solo, porque desconocés los cambios que hubo en tu barrio durante ese tiempo, o lo que explique algún psicólogo. Ni hablar de volver a manejar.
Además de querer recuperar el tiempo perdido, querés valorar la nueva libertad que tenés. Tomarte un café en la esquina, leer el diario al sol, responder miles de emails acumulados, visitar a tus padres, salir a comer a un restaurant, tomarte un vinito, animarte a los adelantos tecnológicos, conocer la casa de tus hijos -que ya no viven en casa como cuando te fuiste-, que te despierte el perro para salir a pasear y dormir en tu colchón... entre otros lujos que los presos no tienen.
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Siempre te gustó viajar, siempre llevaste a tus hijos a recorrer el país y lo que el presupuesto permitiera. Tenés un hijo trabajando en un centro de esquí. Te gusta esquiar. Recordás que sos un ciudadano común y corriente, aunque con la espada de Damocles sobre tu cabeza. Buscás la mejor forma de llegar a esas vacaciones. ¿Qué tal visitar a unos amigos en el camino? Viajás sin compañía porque tu mujer se queda con el perro, que está viejito. Como harías normalmente, registrás tu entrada al país vecino como manda la ley, pagás tu hotel y el alquiler del equipo con tu tarjeta. Como medida precautoria, estás en permanente contacto con el abogado, en caso de tener que volver. Nada indica novedades -en la prensa no se puede confiar, así que lo que decían era consultado con el abogado, quien nunca recibió notificaciones y seguía a la espera de novedades para su cliente. ¿Porqué volver antes de tiempo?
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Ningún trabajo te espera... estás desocupado porque, por muy capaz que seas, la espada de Damocles también caería sobre el empleador.
Para todos los argentinos de bien, las puertas se van cerrando. Pronto no podremos salir del sistema, ni del país.